La práctica del senderismo no conlleva la necesidad de tener un
material excesivamente especializado, pero sí que es conveniente hacerse
con un buen calzado. Es cierto que, para quien vaya a
andar por una ruta muy sencilla y sin obstáculos, casi cualquier calzado
deportivo cómodo es válido, pero quien desee aumentar un poco el nivel o
el tiempo de ejercicio debe buscar un calzado más apropiado.
Aunque el calzado más clásico son las chirucas o las
botas tipo cleta, la industria textil ha trabajado duramente los
últimos años en este aspecto y ha encontrado soluciones más apropiadas.
Ahora el calzado para senderismo y otras especialidades deportivas
similares como el trekking (rutas más largas y complicados) o el
montañismo (puede incluir escalada) está fabricado con materiales
ligeros, flexibles, muy cómodos y transpirables, en los que el diseño
también se tiene en cuenta.
Lo más importante es que la suela de la bota sea un poco rígida y que tenga un buen dibujo que evite los resbalones; el material ideal es la piel,
porque transpira mejor y su altura debe agarrar bien el tobillo, ya que
una de las lesiones más habituales en el senderismo es el esguince
de tobillo (también de rodilla) cuando se atraviesan terrenos
inestables. También es importante elegir modelos que tengan un buen
grado de impermeabilidad, sobre todo si vamos a hacer rutas en senderos
con arroyos o en días lluviosos.
El resto de la ropa también debe ser cómoda y transpirable.
Lógicamente, dependiendo de la época del año, debe ser más gruesa o no,
aunque nunca está de más llevar un chubasquero por si llueve y un gorro para el sol para así evitar indeseados golpes de calor e insolaciones.
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